Te quiero, pensé.
>> domingo, 11 de marzo de 2012
De repente, en un abrir y cerrar de ojos mi cuerpo aferraba al tuyo.
Ambos se buscaban y necesitaban contarse lo que sentían.
Escapando de la muchedumbre, las escaleras fueron nuestro refugio. Refugio que se convirtió en un sitio mágico. Magia. Magia que siento cuando estoy cerca tuyo. Es indescriptible. "Gracias" pienso decirte cuando te miro a los ojos. Y jugamos a ese típico cíclope. Ese cíclope que nos hace reír y jugar a las miradas. Mantener las miradas fijas por mucho tiempo. Hasta envolvernos en un solo ojo. Mientras yo con mis manos te acaricio la cara y doy besos en el cuello. Besos que transmiten todo. Que son capaces de hablar y contar maravillosos cuentos de aventura. Entonces me volvés a abrazar. Y me gusta. Entonces me decís que estoy linda. Y me gusta. Entonces nos volvemos a mirar a los ojos. Y las miradas. Y los besos. Y las manos. Y los mimos. Todo. Todo parece encajar a la perfección. Las caricias de nariz con nariz. Tus manos que buscan las mías y viceversa. Amor. Entonces sí. Es cuando me doy cuenta que el amor hace al mundo girar. Nuestro mundo girar. Mi mundo girar. Y es cuando quiero salir volando en un panadero con vos. Yo con mi pandereta vos con tu sonajero. Como pájaros libres nos ponemos a improvisar. Y las nubes, las nubes nos saludan y nos desean un feliz día. ¿Día de qué?. Pues de nada, simplemente, un feliz día.